Los niños del Pegamento

Últimamente existe un fenómeno por las calles de los países subdesarrollados que se denomina: los niños de la calle o del pegamento. ¿Quiénes son estos niños? ¿Cómo viven? ¿Qué les ha pasado? ¿Qué pasa con ellos?

Podríamos definir esta expresión diciendo lo siguiente: son los niños que han roto con todo vínculo familiar y afectivo, que hacen de la calle su modo y lugar de vida.

Podemos decir un poema anónimo dedicado a los niños y adolescentes inmigrantes de la calle. Encontramos estas palabras: “A ellos, los que también sonríen con los pequeños gestos, los que agradecen la presencia ante tanta ausencia, los que sobreviven a la indiferencia, los nacidos del sur que llaman a nuestras conciencias…”

¿Por qué existen los niños de la calle?

Según la UNICEF, hay 40 millones de niños y niñas en la calle en A. L y en la India existen al menos 18 millones de niños de la calle, chicos que nacen y mueren en las calles a causa de la pobreza, el abandono, o la desestructuración familiar. Todos ellos demuestran una falta importante de afecto ante una sociedad que los margina.

Circunstancias de estos niños

Buena parte de los niños de la calle mantienen algún tipo de vínculo familiar y sobreviven robando, pidiendo limosna, vendiendo periódicos o lustrando zapatos para ayudar, de esta manera, a completar los ingresos de sus familias, son lo que conocemos como niños en la calle. La mayoría son adictos a las drogas, desde la heroína hasta el pegamento. En Estados Unidos y en Europa es la cocaína, para los niños y niñas de la calle en Centroamérica, es algo mucho más simple pero igual de mortal, pegamento para los zapatos.

¿Qué oportunidades tienen estos niños?

Prisión, prostitución, esclavitud, violencia y muerte son los destinos más habituales que aguardan a los niños de la calle. En Europa (por ejemplo en Bulgaria) las bandas cometen ataques racistas contra los niños de la calle rumanos. En muchos casos han crecido rodeados de una violencia que tratan de imitar.

¿Qué hace justicia a estos niños?

Mientras muchos de estos niños son asesinados o torturados a diario, sus asaltantes viven en la impunidad.

Oficiales de policías corruptos, respaldados por la policía militar y los servicios de seguridad (con la estrecha colaboración de un sistema judicial que no penaliza a los máximos responsables de estos abusos) tienen vía libre para ejecutar su voluntad asesina.

Todavía hoy miles de ellos siguen muriendo cada año, y sin embargo, aún hay ejemplos para la esperanza: en Luanda, Angola, se fundó una escuela para niños de la calle en 1991. En Centroamérica, Casa Alianza, está trabajando para internacionalizar el perfil de los niños de la calle a la vez que favorece su rehabilitación. Todos los estados deberían establecer planes de acción al respecto, como la publicidad y el cumplimiento de los artículos recogidos en la convención sobre los derechos del niño o creando ministerios específicos de atención para los niños y adolescentes.

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